Ella,
la chica que nunca había tenido suerte a la hora del amor; ella, la
chica que no duraba más de dos semanas pensando en un mismo chico;
ella, la chica que había dejado de creer en el amor, y por una vez
que lo había conseguido, esos terribles y felices recuerdos tenían
que haber vuelto para atormentarla y recordarle lo muy feliz que
había estado junto a ese cabrón. Se durmió sobre la almohada
mojada y con la cabeza llena de recuerdos dolorosos.
Definitivamente,
ese no era su día.